EL LEVANTAMIENTO MILITAR DEL 3 DE DICIEMBRE DE 1990
Coronel Seineldín: "le debo obediencia a los valores permanentes de la Nación"
Coronel Seineldín: "le debo obediencia a los valores permanentes de la Nación"
A continuación reproducimos el alegato final que rindió el coronel Mohamed Alí Seineldín ante la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital Federal de la Argentina, el 7 de agosto de 1991
Hoy me presento ante esta Excelentísima Cámara para exponer sobre los hechos del 3 de diciembre [de 1990] de los cuales soy el comandante y el único responsable. Esta exposición ante vosotros abarcará cuatro puntos: primero, una introducción; segundo, los antecedentes políticos que motivaran el pronunciamiento del 3 de diciembre; tercero, los antecedentes militares de los cuatro pronunciamientos; y quinto, consideraciones generales. Como introducción le expreso a la Honorable Cámara que voy a hacer algunas aclaraciones para evitar equívocos y malas interpretaciones. Mi designación es de Coronel de la Nación, es decir, que aparte de las facultades que me impone el Ejército, la nación, a través del Congreso, me impone facultades correspondientes a la misma, me obliga a conocer toda la problemática nacional, toda la política nacional. Por supuesto que esta política se refiere a la política mayor, a la establecida en la Constitución, la ley y sus principios, y no a la política partidista, de la cual jamás he participado y jamás he votado en mi vida; por una simple razón, de que yo le debo obediencia y subordinación a los valores permanentes de la Nación, que es la nación argentina, la Constitución y sus leyes, y no a los partidos, que los respeto pero no pertenecen al orden permanente. Mi grado también, Su Señoría, me impone hablar con claridad, y dada la responsabilidad que se ha tratado en esta Cámara, que es la indefensión y la corrupción que existe en la nación argentina, me obliga a utilizarlo para hablar con claridad ante vosotros.
La misión de las Fuerzas Armadas
Dicen nuestros reglamentos respecto al Ejército, las Fuerzas Armadas, que es una de las instituciones fundamentales de la nación, es el brazo armado de la patria y su misión es salvaguardar los más altos intereses de la nación. En esto impone salvaguardar el honor de la nación, su territorio y la Constitución y sus leyes. Más adelante explica y expresa perfectamente que debe existir una férrea disciplina en los cuadros y la tropa, para cumplir esta misión. De los testimonios surgidos en esta Honorable Cámara hemos podido comprobar que la institución hoy no es el brazo armado de la patria; no es considerada una de las instituciones fundamentales de la nación; y tampoco está en condiciones de salvaguardar los más altos intereses. En mi persona, como en muchos soldados, se produjo un choque duro entre el deber de la obediencia y la voz de la conciencia, privando esto último. Y mucho más porque se nos cerró la razón, como ustedes habéis escuchado a todos los participantes del pronunciamiento, que les agradecieron que los hayan escuchado. La razón se cerró. En otro aspecto, he de explicarle, Su Excelencia, que jamás participé de una intervención militar, jamás. Pero esto no quitó que yo estudiara toda la problemática política de las intervenciones militares, por una simple circunstancia: que el poder militar o la fuerza militar, que es el orden permanente, está atado al poder civil y corre su misma suerte. Cuando me refiera o hable del Ejército en especial, pero incluyo en ello a la Marina, a la Fuerza Aérea, a la Gendarmería, a la Prefectura Naval Argentina, a las policías y a la Penitenciaría Nacional y Provincial, porque todas ellas forman parte de un conjunto que hace a la Defensa Nacional. Por momentos me referiré a la Fuerza de Defensa Nacional.
Antecedentes de los pronunciamientos militares
Para encontrar los motivos de estos pronunciamientos voy a tomar como base la división de la historia política de la patria en seis períodos: el período del nacionalismo, desde 1816 hasta 1853, 37 años aproximadamente; el período del liberalismo, desde 1853 hasta 1880; el período del conservadurismo, que va desde 1880 hasta 1916; el período del radicalismo, desde 1916 hasta 1945; el período del justicialismo, de 1945 a 1976; y por último, el sexto período de la patria, en dos siglos, que va desde 1976 hasta el 2000 aproximadamente. He de expresarle que en estos primeros cinco períodos la nación argentina se manejó con un proyecto nacional. En todos los períodos se respetó la Argentina tradicional e histórica, inclusive en las intervenciones militares. La economía era una economía de producción y desarrollo y estaba subordinada a la política, y las Fuerzas de Defensa Nacionales participaban con un doble esfuerzo: un esfuerzo a la seguridad y defensa y, el segundo, al desarrollo del país. Esto era lo que eran los cinco períodos; pero voy ahora a indagar en dónde están las verdaderas causas, que es en el período en desarrollo, que va desde 1976 hasta nuestros días, y para un análisis exhaustivo, lo voy a dividir en tres fases: la fase del Proceso de Reorganización Nacional, la fase del gobierno de Alfonsín y la fase del gobierno del doctor Menem. Debemos tener en cuenta que a partir de 1976, el mundo se divide de acuerdo a la Nueva Yalta, donde las potencias dividen el mundo, quedando nosotros bajo la hegemonía del imperialismo anglosajón. A partir de este momento va a haber una carrera desenfrenada por parte de los imperialismos para dominar a sus sirvientes y se va a producir un cambio importante donde la economía de producción que teníamos en las cinco fases anteriores va a ser reemplazada por una economía de especulación, de especulación financiera, lo que va a acelerar prontamente la dependencia. Además, las decisiones políticas van a ser subordinadas a las decisiones económicas. Esta es la maniobra generada en el día de hoy. Pero también, va a haber otra maniobra importante, va a haber una maniobra de agresión a los sustentos de la nación argentina, tradicional e histórica. Se va a destacar una acción de erosión contra los factores naturales que sostienen la nación argentina, la Iglesia, como fuerza espiritual; la dirigencia Política, como fuerza de conducción nacional; los gremios, como fuerza social; la empresa pequeña y mediana y la empresa industrial, como fuerza económica; y por supuesto las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales como fuerzas que hacen al desarrollo y a la defensa de la nación argentina. ¿Por qué? Por una sencilla circunstancia: que todas estas fuerzas naturales de la nación argentina se apoyan en la doctrina del desarrollo espiritual y físico de la sociedad y del hombre; todo eso será demolido para darle entrada al otro nuevo sistema que corresponde al nuevo orden.
Hoy me presento ante esta Excelentísima Cámara para exponer sobre los hechos del 3 de diciembre [de 1990] de los cuales soy el comandante y el único responsable. Esta exposición ante vosotros abarcará cuatro puntos: primero, una introducción; segundo, los antecedentes políticos que motivaran el pronunciamiento del 3 de diciembre; tercero, los antecedentes militares de los cuatro pronunciamientos; y quinto, consideraciones generales. Como introducción le expreso a la Honorable Cámara que voy a hacer algunas aclaraciones para evitar equívocos y malas interpretaciones. Mi designación es de Coronel de la Nación, es decir, que aparte de las facultades que me impone el Ejército, la nación, a través del Congreso, me impone facultades correspondientes a la misma, me obliga a conocer toda la problemática nacional, toda la política nacional. Por supuesto que esta política se refiere a la política mayor, a la establecida en la Constitución, la ley y sus principios, y no a la política partidista, de la cual jamás he participado y jamás he votado en mi vida; por una simple razón, de que yo le debo obediencia y subordinación a los valores permanentes de la Nación, que es la nación argentina, la Constitución y sus leyes, y no a los partidos, que los respeto pero no pertenecen al orden permanente. Mi grado también, Su Señoría, me impone hablar con claridad, y dada la responsabilidad que se ha tratado en esta Cámara, que es la indefensión y la corrupción que existe en la nación argentina, me obliga a utilizarlo para hablar con claridad ante vosotros.
La misión de las Fuerzas Armadas
Dicen nuestros reglamentos respecto al Ejército, las Fuerzas Armadas, que es una de las instituciones fundamentales de la nación, es el brazo armado de la patria y su misión es salvaguardar los más altos intereses de la nación. En esto impone salvaguardar el honor de la nación, su territorio y la Constitución y sus leyes. Más adelante explica y expresa perfectamente que debe existir una férrea disciplina en los cuadros y la tropa, para cumplir esta misión. De los testimonios surgidos en esta Honorable Cámara hemos podido comprobar que la institución hoy no es el brazo armado de la patria; no es considerada una de las instituciones fundamentales de la nación; y tampoco está en condiciones de salvaguardar los más altos intereses. En mi persona, como en muchos soldados, se produjo un choque duro entre el deber de la obediencia y la voz de la conciencia, privando esto último. Y mucho más porque se nos cerró la razón, como ustedes habéis escuchado a todos los participantes del pronunciamiento, que les agradecieron que los hayan escuchado. La razón se cerró. En otro aspecto, he de explicarle, Su Excelencia, que jamás participé de una intervención militar, jamás. Pero esto no quitó que yo estudiara toda la problemática política de las intervenciones militares, por una simple circunstancia: que el poder militar o la fuerza militar, que es el orden permanente, está atado al poder civil y corre su misma suerte. Cuando me refiera o hable del Ejército en especial, pero incluyo en ello a la Marina, a la Fuerza Aérea, a la Gendarmería, a la Prefectura Naval Argentina, a las policías y a la Penitenciaría Nacional y Provincial, porque todas ellas forman parte de un conjunto que hace a la Defensa Nacional. Por momentos me referiré a la Fuerza de Defensa Nacional.
Antecedentes de los pronunciamientos militares
Para encontrar los motivos de estos pronunciamientos voy a tomar como base la división de la historia política de la patria en seis períodos: el período del nacionalismo, desde 1816 hasta 1853, 37 años aproximadamente; el período del liberalismo, desde 1853 hasta 1880; el período del conservadurismo, que va desde 1880 hasta 1916; el período del radicalismo, desde 1916 hasta 1945; el período del justicialismo, de 1945 a 1976; y por último, el sexto período de la patria, en dos siglos, que va desde 1976 hasta el 2000 aproximadamente. He de expresarle que en estos primeros cinco períodos la nación argentina se manejó con un proyecto nacional. En todos los períodos se respetó la Argentina tradicional e histórica, inclusive en las intervenciones militares. La economía era una economía de producción y desarrollo y estaba subordinada a la política, y las Fuerzas de Defensa Nacionales participaban con un doble esfuerzo: un esfuerzo a la seguridad y defensa y, el segundo, al desarrollo del país. Esto era lo que eran los cinco períodos; pero voy ahora a indagar en dónde están las verdaderas causas, que es en el período en desarrollo, que va desde 1976 hasta nuestros días, y para un análisis exhaustivo, lo voy a dividir en tres fases: la fase del Proceso de Reorganización Nacional, la fase del gobierno de Alfonsín y la fase del gobierno del doctor Menem. Debemos tener en cuenta que a partir de 1976, el mundo se divide de acuerdo a la Nueva Yalta, donde las potencias dividen el mundo, quedando nosotros bajo la hegemonía del imperialismo anglosajón. A partir de este momento va a haber una carrera desenfrenada por parte de los imperialismos para dominar a sus sirvientes y se va a producir un cambio importante donde la economía de producción que teníamos en las cinco fases anteriores va a ser reemplazada por una economía de especulación, de especulación financiera, lo que va a acelerar prontamente la dependencia. Además, las decisiones políticas van a ser subordinadas a las decisiones económicas. Esta es la maniobra generada en el día de hoy. Pero también, va a haber otra maniobra importante, va a haber una maniobra de agresión a los sustentos de la nación argentina, tradicional e histórica. Se va a destacar una acción de erosión contra los factores naturales que sostienen la nación argentina, la Iglesia, como fuerza espiritual; la dirigencia Política, como fuerza de conducción nacional; los gremios, como fuerza social; la empresa pequeña y mediana y la empresa industrial, como fuerza económica; y por supuesto las Fuerzas Armadas, de seguridad y policiales como fuerzas que hacen al desarrollo y a la defensa de la nación argentina. ¿Por qué? Por una sencilla circunstancia: que todas estas fuerzas naturales de la nación argentina se apoyan en la doctrina del desarrollo espiritual y físico de la sociedad y del hombre; todo eso será demolido para darle entrada al otro nuevo sistema que corresponde al nuevo orden.
EL PRONUNCIAMIENTO "CARAPINTADA"
El 3 de Diciembre de 1990 el Coronel Mohamed Alí Seineldín, junto a mil hombres a su mando, arriesgando sus carreras, sus familias, sus vidas y su futuro, se pronunciaron en contra del perverso y antihumano Nuevo Orden Mundial, también conocido como Globalización, que se iba a imponer sin concesiones en la República Argentina. El Coronel Mohamed Alí Seineldín y sus hombres, conocedores del desastre político, económico, social y moral que el Nuevo Orden Mundial llevaría aparejado a la Argentina, comprendieron que por Dios y por la Patria debían dar la voz de alarma a la sociedad, porque de ello dependía el futuro de su país.
Pero la sociedad argentina en aquel hoy lejano 3 de Diciembre de 1990, no estaba preparada para entender el real peligro que les acechaba y el Coronel Mohamed Alí Seineldín y los hombres a su mando fueron entonces condenados a prisión presos y rehenes del Nuevo Orden Mundial.
"Cuando la Patria está prisionera, la cárcel es el lugar de los hombres libres" y el Coronel Mohamed Alí Seineldín y sus hombres, comprendieron que su prisión, triste destino de los patriotas, debía ser tomada, a costa de sus vidas, como un permanente testimonio, para la sociedad argentina y el mundo, de no claudicamiento ante el perverso y antihumano Nuevo Orden Mundial.
Ya en el año 1991, en su alegato ante la Cámara Federal el Coronel Mohamed Alí Seineldín alertaba a los argentinos: "Al Nuevo Orden Mundial entraremos inermes con las manos en la nuca, caminando de rodillas y ninguna duda que seremos pobres, dependientes y excluídos" Y hoy, los argentinos, tras doce años de Nuevo Orden Mundial, somos pobres, dependientes y excluídos.
Pero la sociedad argentina en aquel hoy lejano 3 de Diciembre de 1990, no estaba preparada para entender el real peligro que les acechaba y el Coronel Mohamed Alí Seineldín y los hombres a su mando fueron entonces condenados a prisión presos y rehenes del Nuevo Orden Mundial.
"Cuando la Patria está prisionera, la cárcel es el lugar de los hombres libres" y el Coronel Mohamed Alí Seineldín y sus hombres, comprendieron que su prisión, triste destino de los patriotas, debía ser tomada, a costa de sus vidas, como un permanente testimonio, para la sociedad argentina y el mundo, de no claudicamiento ante el perverso y antihumano Nuevo Orden Mundial.
Ya en el año 1991, en su alegato ante la Cámara Federal el Coronel Mohamed Alí Seineldín alertaba a los argentinos: "Al Nuevo Orden Mundial entraremos inermes con las manos en la nuca, caminando de rodillas y ninguna duda que seremos pobres, dependientes y excluídos" Y hoy, los argentinos, tras doce años de Nuevo Orden Mundial, somos pobres, dependientes y excluídos.
Y LOS “CARAPINTADAS”?
En los últimos tiempos, a raíz de los enfrentamientos surgidos entre el gobierno y el sector de retirados de las FF. AA., por la arbitraria política oficial respecto de los juicios llevados a cabo solamente contra militares por su participación en la Guerra contra la subversión, estuvieron circulando varios correos electrónicos en los que se planteaba el interrogante “¿y los carapintadas?... ¿no dicen nada?... ¿Nadie los nombra?... ¿el gobierno los protege?”...
Siendo uno de los aludidos, intentaré dar una respuesta.
En efecto, para algunos puede llamar la atención cierta sensación de silencio por parte de los carapintadas respecto a cómo el gobierno lleva adelante su política antimilitar en lo que hace al tratamiento de la Guerra contra la subversión y de derechos humanos. Pero en realidad lo que más debería llamar la atención es el silencio de aquellos militares que hoy luchan, precisamente, por lo que lucharon los carapintadas a partir de 1987 y nadie lo reconoce y nadie lo dice. También es cierto lo del silencio del gobierno respecto de los carapintadas pues tampoco, oficialmente, nadie los nombra ni hace referencia a los cuatro pronunciamientos militares que protagonizaron en defensa de la Institución.
A mi modo de ver los tres silencios tienen su explicación.
En principio, respecto del silencio carapintada, digamos que no es tal, dado que no hemos dejado nunca de expresar nuestras ideas, de distintas formas. Lo hemos hecho y lo hacemos, a través de cartas de lectores, artículos y otros escritos. También a través de la opinión del Partido Popular de la Reconstrucción que preside el ex capitán y licenciado Gustavo Breide Obeid. Lo que sucede es que, por los intereses políticos en juego, a ningún sector le resulta conveniente que las opiniones carapintadas tengan una amplia difusión y, por tal motivo, las mismas nunca son publicadas. No debemos olvidar que los carapintadas fuimos protagonistas iniciales de la resistencia y reacción de los cuadros intermedios ante la inacción de los generales que conducían a la institución y permitían que fuesen citados por la justicia, oficiales y suboficiales que habían participado en la Guerra contra la subversión cumpliendo órdenes de esa conducción.
Teniendo en cuenta este punto de vista, los carapintadas nos convertimos en enemigos del poder político que era quien generaba las políticas contra los militares, en enemigos de los generales que acataban sin chistar esas políticas y en enemigos de nuestros camaradas legalistas que, privilegiando la disciplina cumplían las órdenes de los generales aunque sentían y pensaban como los carapintadas. Para justificar sus conductas solían decir “comparto los objetivos pero no los procedimientos”. En síntesis, los carapintadas defendiendo una causa que era de principal interés de toda la institución, incluso del resto de las FF.AA., por esas cosas que tiene la vida, terminamos siendo enemigos de TODOS los sectores que participaban de la disputa. Incluso hasta de los militares retirados que tampoco alcanzaban a comprender lo que años más tarde sucedería y nos criticaban por romper la disciplina.
Hoy, aunque para algunos la situación resulte parecida, es bien diferente. Es parecida en cuanto a que la agresión hacia las FF.AA., como en tiempos de Alfonsín, parte del mismo gobierno, también en que la conducción militar en lugar de defender a sus hombres, actúa aliada del poder político y también en que tales actitudes están generando reacciones en algún sector militar. Pero es diferente respecto de los protagonistas y desde el punto de vista ideológico.
En lo que respecta a los protagonistas digamos que hoy no existe una resistencia como la protagonizada por los carapintadas ya que la misma está circunscripta al ámbito de los militares retirados que más allá de romper la disciplina creando organizaciones paralelas y participando de actos en homenaje a los muertos provocados por la subversión no autorizados por la conducción formal, no están dispuestos a avanzar más allá.
Y, para entender las diferencias desde el punto de vista ideológico es necesario comprender que, el Ejército Argentino ideológicamente, siempre ha estado dividido, en liberales y nacionales, siendo los primeros quienes, lamentablemente, han prevalecido a lo largo de la historia.
Durante el gobierno de Alfonsín sucedió lo que actualmente está ocurriendo con Kichner, es decir, se persiguió y desnaturalizó a las FF.AA. como pasos esenciales para reemplazarlas por otras más afines al proyecto socialdemócrata. Semejantes políticas antimilitares provocaron la reacción de los cuadros medios de la Institución. Así fue como Alfonsín debió sortear tres pronunciamientos militares que encabezaron los nacionalistas carapintadas y de cuyos réditos se apropió el sector liberal.
Luego vino Menem quien, pese a profundizar la desnaturalización de las FF.AA., nunca fue visto como enemigo por los mandos militares dado el carácter liberal que le dio a su gobierno. Sí lo vieron así los carapintadas ya que si bien en los discursos reivindicaba a las FF.AA., en la práctica las desarmaba, las reducía y las desnaturalizaba y, en materia de DDHH, cedía a las presiones de la izquierda. No olvidemos que fue en el gobierno de Menem que Balza realizó el ilegítimo arrepentimiento por el accionar militar en la Guerra contra la subversión. Para reprimir el último de los pronunciamientos carapintadas (3 de diciembre de 1990), contó con el apoyo del sector liberal del Ejército. Algunos de los más conspicuos enemigos de los carapintadas y pertenecientes a este sector, paradójicamente hoy están presos al haberse derogado las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que habían sido promulgadas como consecuencia de los Sucesos de Semana Santa de 1987.
En la actualidad, otra vez se está viviendo una situación similar a la acontecida en épocas de Alfonsín, con la diferencia que aquel proceso de destrucción de las FF.AA. Iniciado en esa época, hoy ha crecido, se ha consolidado y ya no están los carapintadas para intentar frenarlo.
Dicho esto podemos sintetizar que nuestro acotado silencio se debe, fundamentalmente, al hecho de que en esta oportunidad, no somos nosotros quienes debemos actuar, sino quienes en los Pronunciamientos anteriores nos combatieron e impidieron que se detuviese esta política en contra de las FF.AA. tradicionales. Y aquí se entiende también el silencio de aquellos militares que no quisieron escucharnos y en su lugar, se aliaron con Alfonsín y Menem para combatirnos. Por eso es que les resulta tan difícil aceptar la realidad de que los carapintadas tenían razón y en su lugar, optan por evitar nombrarlos como si nada hubiesen tenido que ver en esta lucha.
Y respecto de por qué el gobierno mantiene un cuidadoso silencio sobre los carapintadas, entiendo que tal actitud se debe a una especie de reconocimiento que parte de dos premisas fundamentales: que los carapintadas se enfrentaron con el principal enemigo político que tiene este gobierno, Carlos Menem, y a que nunca defendieron a quienes en la Guerra contra la subversión cometieron algún delito.
A modo de cierre bastaría agregar que sobre esta lucha, los carapintadas, no sólo han dicho todo lo que había que decir y con mucha anticipación, sino que además, dieron testimonio importante de ello en cuatro pronunciamientos militares, en los cuales algunos ofrendaron sus vidas, otros resultaron heridos con secuelas de por vida, la mayoría fueron a dar a prisión por largo tiempo y todos perdieron sus carreras militares. Los especuladores de siempre no deben esperar reacciones de nuestra parte porque tenemos muy claro que: estos no son nuestros tiempos.
En los últimos tiempos, a raíz de los enfrentamientos surgidos entre el gobierno y el sector de retirados de las FF. AA., por la arbitraria política oficial respecto de los juicios llevados a cabo solamente contra militares por su participación en la Guerra contra la subversión, estuvieron circulando varios correos electrónicos en los que se planteaba el interrogante “¿y los carapintadas?... ¿no dicen nada?... ¿Nadie los nombra?... ¿el gobierno los protege?”...
Siendo uno de los aludidos, intentaré dar una respuesta.
En efecto, para algunos puede llamar la atención cierta sensación de silencio por parte de los carapintadas respecto a cómo el gobierno lleva adelante su política antimilitar en lo que hace al tratamiento de la Guerra contra la subversión y de derechos humanos. Pero en realidad lo que más debería llamar la atención es el silencio de aquellos militares que hoy luchan, precisamente, por lo que lucharon los carapintadas a partir de 1987 y nadie lo reconoce y nadie lo dice. También es cierto lo del silencio del gobierno respecto de los carapintadas pues tampoco, oficialmente, nadie los nombra ni hace referencia a los cuatro pronunciamientos militares que protagonizaron en defensa de la Institución.
A mi modo de ver los tres silencios tienen su explicación.
En principio, respecto del silencio carapintada, digamos que no es tal, dado que no hemos dejado nunca de expresar nuestras ideas, de distintas formas. Lo hemos hecho y lo hacemos, a través de cartas de lectores, artículos y otros escritos. También a través de la opinión del Partido Popular de la Reconstrucción que preside el ex capitán y licenciado Gustavo Breide Obeid. Lo que sucede es que, por los intereses políticos en juego, a ningún sector le resulta conveniente que las opiniones carapintadas tengan una amplia difusión y, por tal motivo, las mismas nunca son publicadas. No debemos olvidar que los carapintadas fuimos protagonistas iniciales de la resistencia y reacción de los cuadros intermedios ante la inacción de los generales que conducían a la institución y permitían que fuesen citados por la justicia, oficiales y suboficiales que habían participado en la Guerra contra la subversión cumpliendo órdenes de esa conducción.
Teniendo en cuenta este punto de vista, los carapintadas nos convertimos en enemigos del poder político que era quien generaba las políticas contra los militares, en enemigos de los generales que acataban sin chistar esas políticas y en enemigos de nuestros camaradas legalistas que, privilegiando la disciplina cumplían las órdenes de los generales aunque sentían y pensaban como los carapintadas. Para justificar sus conductas solían decir “comparto los objetivos pero no los procedimientos”. En síntesis, los carapintadas defendiendo una causa que era de principal interés de toda la institución, incluso del resto de las FF.AA., por esas cosas que tiene la vida, terminamos siendo enemigos de TODOS los sectores que participaban de la disputa. Incluso hasta de los militares retirados que tampoco alcanzaban a comprender lo que años más tarde sucedería y nos criticaban por romper la disciplina.
Hoy, aunque para algunos la situación resulte parecida, es bien diferente. Es parecida en cuanto a que la agresión hacia las FF.AA., como en tiempos de Alfonsín, parte del mismo gobierno, también en que la conducción militar en lugar de defender a sus hombres, actúa aliada del poder político y también en que tales actitudes están generando reacciones en algún sector militar. Pero es diferente respecto de los protagonistas y desde el punto de vista ideológico.
En lo que respecta a los protagonistas digamos que hoy no existe una resistencia como la protagonizada por los carapintadas ya que la misma está circunscripta al ámbito de los militares retirados que más allá de romper la disciplina creando organizaciones paralelas y participando de actos en homenaje a los muertos provocados por la subversión no autorizados por la conducción formal, no están dispuestos a avanzar más allá.
Y, para entender las diferencias desde el punto de vista ideológico es necesario comprender que, el Ejército Argentino ideológicamente, siempre ha estado dividido, en liberales y nacionales, siendo los primeros quienes, lamentablemente, han prevalecido a lo largo de la historia.
Durante el gobierno de Alfonsín sucedió lo que actualmente está ocurriendo con Kichner, es decir, se persiguió y desnaturalizó a las FF.AA. como pasos esenciales para reemplazarlas por otras más afines al proyecto socialdemócrata. Semejantes políticas antimilitares provocaron la reacción de los cuadros medios de la Institución. Así fue como Alfonsín debió sortear tres pronunciamientos militares que encabezaron los nacionalistas carapintadas y de cuyos réditos se apropió el sector liberal.
Luego vino Menem quien, pese a profundizar la desnaturalización de las FF.AA., nunca fue visto como enemigo por los mandos militares dado el carácter liberal que le dio a su gobierno. Sí lo vieron así los carapintadas ya que si bien en los discursos reivindicaba a las FF.AA., en la práctica las desarmaba, las reducía y las desnaturalizaba y, en materia de DDHH, cedía a las presiones de la izquierda. No olvidemos que fue en el gobierno de Menem que Balza realizó el ilegítimo arrepentimiento por el accionar militar en la Guerra contra la subversión. Para reprimir el último de los pronunciamientos carapintadas (3 de diciembre de 1990), contó con el apoyo del sector liberal del Ejército. Algunos de los más conspicuos enemigos de los carapintadas y pertenecientes a este sector, paradójicamente hoy están presos al haberse derogado las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que habían sido promulgadas como consecuencia de los Sucesos de Semana Santa de 1987.
En la actualidad, otra vez se está viviendo una situación similar a la acontecida en épocas de Alfonsín, con la diferencia que aquel proceso de destrucción de las FF.AA. Iniciado en esa época, hoy ha crecido, se ha consolidado y ya no están los carapintadas para intentar frenarlo.
Dicho esto podemos sintetizar que nuestro acotado silencio se debe, fundamentalmente, al hecho de que en esta oportunidad, no somos nosotros quienes debemos actuar, sino quienes en los Pronunciamientos anteriores nos combatieron e impidieron que se detuviese esta política en contra de las FF.AA. tradicionales. Y aquí se entiende también el silencio de aquellos militares que no quisieron escucharnos y en su lugar, se aliaron con Alfonsín y Menem para combatirnos. Por eso es que les resulta tan difícil aceptar la realidad de que los carapintadas tenían razón y en su lugar, optan por evitar nombrarlos como si nada hubiesen tenido que ver en esta lucha.
Y respecto de por qué el gobierno mantiene un cuidadoso silencio sobre los carapintadas, entiendo que tal actitud se debe a una especie de reconocimiento que parte de dos premisas fundamentales: que los carapintadas se enfrentaron con el principal enemigo político que tiene este gobierno, Carlos Menem, y a que nunca defendieron a quienes en la Guerra contra la subversión cometieron algún delito.
A modo de cierre bastaría agregar que sobre esta lucha, los carapintadas, no sólo han dicho todo lo que había que decir y con mucha anticipación, sino que además, dieron testimonio importante de ello en cuatro pronunciamientos militares, en los cuales algunos ofrendaron sus vidas, otros resultaron heridos con secuelas de por vida, la mayoría fueron a dar a prisión por largo tiempo y todos perdieron sus carreras militares. Los especuladores de siempre no deben esperar reacciones de nuestra parte porque tenemos muy claro que: estos no son nuestros tiempos.
¡Por Dios y por la Patria!
Ex Mayor Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor Hugo Reinaldo Abete
CIVILES MOTIVADOS POR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN CONTRA DEL PRONUCIAMIENTO DEL 3 DE DICIEMBRE,QUIENES IGNORABAN QUE NUNCA MÁS HABRÍA FUERZAS ARMADAS EN LA ARGENTINA
EL GENERAL QUE ENTREGÓ A LAS FUERZAS ARMADAS
1 comentario:
Cuando debieron luchar en la guerra de Malvinas, los “patriotas” dirigentes encabezados por el mamarracho Galtieri, y sus esbirros subalternos, desviaron a sus bolsillos todos los fondos que el verdadero pueblo ofrendó a los heroicos soldados. Los cuales dicho sea de paso fueron en su gran mayoría arrancados de una juventud impreparada, para morir ante un ejército profesional. El país de los militares era el de las autopistas para el mundial, pero no el de un ejército decente, preparado para luchar en el frío contra el imperio.
Dicen los carapintadas, en una particular “refrescada” de ideas, que se alzaron contra el Nuevo Orden Mundial, cuando el ejército que defienden no fue sino el mas sumiso instrumento a los fines de implementar las políticas anti-nación del CFR y filiales.
¿Por que?
Simple, siempre defendieron una Argentina agro exportadora, sin cerebro y dependiente de los imperios industriales. Este modelo solo le conviene a las castas terratenientes, que todos sabemos es lo mismo decir “católicas y militares”.
Otro punto: “Católico”. Nunca cristiano, sino católico. El catolicismo con sede en Roma no es sino otra arma del poder mundial, expresión la más alejada de las enseñanzas de Cristo Señor. Sabido es que colabora con la CIA, brazo armado del CFR, que es financiada por el narcotráfico.
“Militar”: Los militares argentinos, dado que responden desde la cuna a los intereses de las familias terratenientes descendientes del colonialismo, son la expresión menos cercana al sentimiento nacional, históricamente en sus sucesivos golpes no hicieron mas que entregar en cuotas el país a las potencias, Inglaterra y EE. UU.
Cuando bajaron a Perón, especialmente, se dedicaron a destruir el legado que éste había dejado al pueblo, y las conquistas estatales. Cuando apenas depuesto entregaron el timón económico del país a las potencias, para que arbitren, como siempre dicen “desinteresadamente”.
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