Dirán las crónicas –y dirán bien- que Jordán Bruno Genta nació en Buenos Aires, el 2 de octubre de 1909; y que cayó asesinado por una banda marxista, el ERP 22 de agosto, en la vereda misma de su casa, el domingo 27 de octubre de 1974, rumbo a la Santa Misa. En plena guerra desatada por el Comunismo Internacional contra la Argentina, y militando activamente el caído “en el costado limpio de la batalla”; esto es, defendiendo a Dios y a su Patria.
Genta amaba a Dios Uno y Trino. Al Dios que crea las cosas nombrándolas, al Dios Verdadero de Dios verdadero, como lo definió Nicea. Al Dios que en Cristo se hace pobre, sin dejar de ser Rey. A la Iglesia, a la que se había injertado en la madurez de la vida. Por eso su dolor fue tan grande ante la secularización y el falso ecumenismo, ante la cobardía de los pastores y la traición del clero, ante la herejía progresista y el silencio ominoso de quienes deberían haber hablado antes, mejor y más rotundamente.Amaba a la Patria, bien que no se elige, sino que se hereda y se impone. Bien cuyo “perfil esencial” calificó de hispano y de católico, sin olvidarse de las raíces helénicas y romanas. Por eso fue también grande su dolor al constatar la servidumbre en que se hallaba, el caos en que se hundía, la noche ruín en que se asfixiaba. Y llamó a los responsables de tan grande mal con adjetivos durísimos, convocando a la resistencia y a la lucha, sin renunciar a la esperanza.Amaba al hogar, porque “brinda la intimidad y protege el pudor de los miembros en un ambiente recoleto y vedado para los extraños”. Porque “allí y solamente allí, se atiende el peculiar modo de ser y se perfilan los caracteres. El más fuerte lleva la carga de los débiles, y se consuman en silencio los mayores sacrificios” . Amaba asimismo el paradigma del amor cristiano, expresado en la unión de los esposos, en la fidelidad de los amigos, en el cuidado de los hijos, en la lealtad de los camaradas, en el esplendor de los arquetipos, en la promesa de los discípulos, y por sobre todo en su máxima expresión:el Verbo mismo, Cristo Crucificado y Resucitado. Por eso su dolor aumentaba si crecían, como crecían, las expresiones de vulgaridad y de plebeyismo, de ordinariez y de promiscuidad en las costumbres. “Cuando nos leía y comentaba textos de Castillo de Bovadilla sobre la nobleza, descubría el rostro auténtico de la sociedad, lo que debiera ser por mayor fidelidad a la idea divina” .
JORDAN BRUNO GENTA!
PRESENTE!!!
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