martes, 7 de septiembre de 2010

PRISIONEROS DE GUERRA

Abogaduchos, bahhh!



PRISIONEROS DE GUERRA

Por Antonio Caponnetto

“Preocupaos de los presos,

como si vosotros estuvierais prisioneros con ellos”

San Pablo, Hebreos, 13, 3.

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A los soldados argentinos que padecen injusta prisión bajo la ruin tiranía kirchnerista.

*

Yo que icé la bandera hasta el vértice altivo,

en una plaza de armas soleada de heroísmo,

cuando todo era joven: el casco, las jinetas,

los sables aguzados y el viejo patriotismo.

*

Yo que domé un desfile en el frío de julio,

desbravando los vientos o refrenando escarchas,

como cimbra el jinete sobre un lomo tobiano,

a grupas del orgullo, osando contramarchas.

*

Yo que monté las guardias parapetado en lunas,

al acecho de sombras homicidas y rojas,

para que un sueño en calma tuvieran los que nunca

conocen del peligro su acero y sus congojas.

*

Yo que dejé mi lecho y a su vera una cuna,

combatiendo la senda del terror clandestino,

mientras casa por casa se encendían los leños,

mansamente alejados del fuego mortecino.

*

Yo convertido en rama, en fantasma o en muro,

en soldado del Cuerpo de Invisibles Patriotas,

patrullando amenazas más cruentas que una herida,

más dolientes que un día bruñido de derrotas.

*

Yo que estuve en Potrero de las Tablas, en Lules,

en Tucumán, la tierra de la caña cetrina,

en Manchalá, Simoca o en Quebrada de Artaza,

donde cayeron juntos Maldonado y Berdina.

*

Yo que anudé un rosario a mi fusil baqueano,

impetrando el auxilio del Arcángel Custodio,

por cumplir el mandato del hermano que dijo:

“camaradas tirad, pero tirad sin odio”.

*

Yo que usé de coraza el pellejo curtido,

cuerpeando una emboscada de negritud moruna,

me olvidé de mi nombre para llamarme sangre ,

y en formoseña tarde me llamé Hermindo Luna.

*

Yo que no supe darle resuello a la osamenta,

cada vez que la patria alistó centuriones,

era la paz de abril, la cuaresma, el sosiego:

me volví malvinero con el alma hecha horcones.

*

Yo prolongué en el Sur mi vaquía en el monte,

o adiestrada en la selva de ciudades arteras,

bajé un Harrier intruso fusilando injusticias,

asalté casamatas, comulgué en las trincheras.

*

Yo aquí estoy, prisionero de encrespados rencores,

de infernales venganzas sin bozal ni tabique,

de olvidos, desmemorias, fingimientos, agravios,

la juntura execrable del lodo bolchevique.

*

Sin embargo esta celda no atenaza la Historia,

no aprisiona las gestas, no aherroja el estandarte,

ni esclaviza los frutos del amor a la tierra,

pródigo en las batallas de las que fui baluarte.

*

No se arrestan recuerdos, pendones victoriosos,

van libres las hazañas, de dolores cauterios.

Somos libres nosotros, prisioneros de guerra,

porque honor y deberes no sufren cautiverios.

*

Nadie pone cerrojos al cielo en el que habitan

aquellos que partieron integrando un comando,

su triunfo será el nuestro, acaso en los confines,

cuando vuelva un criollo a dar la voz de mando.

* * * * *

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