Por Domingo Schiavoni.
Fuente:
http://www.diariopanorama.com/diario/noticias/2010/08/27/a-71499.html
El sacerdote y teólogo mejicano Juan Claudio Sanahuja, presidente del Pontificio Ateneo para la Familia, con el franco apoyo del cardenal Alfonso López Trujillo, es un incansable y profundo investigador de fenómenos contemporáneos, como el desarrollo sustentable, la nueva ética internacional, las maniobras sobre la vida en América Latina, y sobre todo los planes que se pretenden imponer desde el llamado Nuevo Orden Internacional.
Lector e investigador acucioso, Sanahuja ha ido acumulando durante años un archivo minucioso que le permitió acumular información, y llegar a sorprendentes conclusiones y pronosticar tendencias, así como proponer respuestas de parte de las fuerzas que defienden la vida. Sus numerosos libros, editaos por Vórtice, Editorialy Distribuidora, se venden como pan caliente en todo el surcontinente y son es el fruto de casi diez años de seguimiento de 3.103 documentos oficiales de la ONU y sus agencias, y 4.482 documentos elaborados por reparticiones de las Naciones Unidas y ONGs no gubernamentales.
Sanahuja es también el creador y responsable (director) de Noticias Globales, uno de los primeros boletines telemáticos distribuidos a través del correo electrónico. Nacido en 1998, en sus 11 años de vida se ha ido consolidando como una de las fuentes claves y fiables para comprender temas relacionados con los ataques a la familia y a la vida; sobre el homosexualismo, el ecologismo, la teología de liberación, las políticas de reducción de la natalidad y todo ese proceso internacional para la instauración de un nuevo orden mundial a través de una nueva ética. Las declaraciones que de él transcribimos son el fruto de una entrevista periodística realizada en Buenos Aires el 3 de julio de 2009.
“En el paradigma de nueva religión universal se entrelazan el relativismo moral, con el sincretismo y el indiferentismo religioso, además del panteísmo. Nosotros, porque somos serios, desde el principio comenzamos a nombrar a instituciones y a personas, porque la información tiene que huir de la vaguedad. Y justamente Noticias Globales nació porque comprobamos que una de las causas más importantes del auge de la cultura de la muerte era la falta de información detallada. En 1992, el cardenal Alfonso López Trujillo, en el marco de un congreso de movimientos pro-vida que se realizó en Monterrey (México), nos convocó a un grupo no muy numeroso de sacerdotes y obispos que trabajábamos desde hacía años en los temas relacionados con la defensa de la vida humana, para transmitirnos que debíamos hacer lo posible para introducir la agenda pro vida en las estructuras pastorales de la Iglesia Católica. Después llegaron otras reuniones internacionales, tanto de movimientos pro vida como de políticos y legisladores, orientadas fundamentalmente a informar, promovidas también por el cardenal López Trujillo, en las que personalmente comprobé su extrema preocupación”.
“Los invitados a esas reuniones -todos muy bien intencionados- no conocían, por ejemplo, los documentos internacionales originales y tampoco conocían su proceso de gestación; ignoraban los alcances jurídicos del programa de acción de las conferencias internacionales; ignoraban la jerarquía de normas internacionales; confundían una reunión de la Asamblea General con la de un comité o una agencia de la ONU; no creían que las conclusiones de las reuniones internacionales pudieran afectar a la legislación de sus países. Ingenuamente caían en alianzas estratégicas con agencias de la ONU, como la OMS, UNICEF o el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas; aceptaban ayudas de las ONGs abortistas, etc. En temas más específicos como por ejemplo “la salud reproductiva” no veían que ese término era un eufemismo de la palabra aborto… y así podríamos seguir. ¡Cuánto costó! Aún sigue dándonos trabajo otro punto en el que debemos seguir insistiendo: mostrar la incompatibilidad de la llamada perspectiva de género con la antropología cristiana.
Y continúa Sanahuja: Por eso, años después, el cardenal López Trujillo ideó el Lexicon, publicación del Pontificio Consejo para la Familia, para aclarar los términos confusos y ambiguos usados en el lenguaje de los documentos internacionales. Cabe recordar que Benedicto 16, en la homilía del funeral del cardenal, citó al Lexicon explícitamente, como una importante obra de servicio a la Iglesia. Y nuestra intención y objetivo sigue siendo, desde 1998, informar detalladamente. Informar es también alertar, ayudar a pensar y ayudar a reaccionar, para que cualquier persona que analice la realidad pueda encontrar los rastros de la cultura de la muerte en su entorno. “Contra la opinión de muchos, desde el principio comenzamos a nombrar a instituciones y a personas, porque la información tiene que huir de la vaguedad. La cultura de la muerte tiene usinas y a éstas las conforman personas con nombres y apellidos, y esas personas tienen un historial. Todo eso hay que conocerlo y darlo a conocer.
“Las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ‘90, organizadas por las Naciones Unidas, fueron el modo de poner en práctica el Informe Kissinger. Cuando finalizaron los grandes conflictos bélicos mundiales del siglo pasado, el mundo estaba ansioso de un cambio: pasar de un caos producido por el odio, la guerra y la muerte a uno de fraternidad, vida y paz. Los beneficios económicos de la globalización empezaban a ensanchar algunas carteras así que aprovechándose de la buena disposición, algunos grupos vieron la posibilidad de instaurar un nuevo orden mundial donde todo girara en torno a sus intereses aunque haciendo ver todas las ‘mejoras’ como aparentes beneficios para la humanidad. Infiltrados en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzaron a promover su ideología organizando una serie de conferencias de carácter planetario donde se abordaban puntos neurálgicos que les ayudasen a producir ese cambio: la educación (Jomtien, 1990), la infancia (Nueva York, 1990), el medio ambiente (Río de Janeiro, 1992), los derechos humanos (Viena, 1993), la población (El Cairo, 1994), el desarrollo social (Copenhague, 1995), la mujer (Beijing, 1995), el hábitat (Estambul, 1996) y la seguridad alimenticia (Roma, 1996)”.
“Toda esa serie de conferencias no logró de una vez su cometido, aunque sí sembró la semilla necesaria para hacer surgir crédulos adeptos y ver nacer nuevas organizaciones focalizadas en la lucha por la implantación y aplicación de la nueva ideología. Sabían de dónde partir (imponer una nueva ética mundial) y a dónde querían llegar (a un nuevo orden mundial), pero el medio, las conferencias, no les había dado los frutos esperados, así que el paso más importante fue encontrar otra hoja de ruta, otro instrumento: la Carta de la Tierra, que a mí en particular no me interesa. Yo buceé en los nuevos paradigmas éticos o la pretendida nueva religión universal: un credo sin principios inmutables, en el que se ha abolido la trascendencia de la persona humana..
Pienso que el origen está en el llamado Informe Kissinger (1974), cuando se establece como objetivo político de los Estados Unidos que se deben cambiar los preceptos religiosos y culturales de los pueblos, que son los que hacen inviables las políticas de control de natalidad”.
Con mucha firmeza concluye el teólogo e investigador: “Las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ‘90, organizadas por las Naciones Unidas, fueron el modo de poner en práctica el Informe Kissinger. En ellas se planifica el nuevo proyecto de poder global, un proyecto de poder totalitario. Como proyecto totalitario intenta dar una respuesta única y universal a todas las cuestiones que se puedan plantear los seres humanos en cualquier situación en la que se encuentren, cualquiera sea el lugar dónde estén. Entonces, por definición, este proyecto necesita colonizar la inteligencia y el espíritu de todos y cada uno de los habitantes del planeta. Por eso se habla tanto de una “reingeniería social”, para construir una nueva sociedad sobre bases totalmente distintas a las que conocemos, tratando de contrarrestar y anular lenta y discretamente toda visión trascendente del hombre, para sustituirla por un nuevo sistema de valores. Se trata de una reingeniería social totalmente anticristiana”.
“Con la Carta de la Tierra se pretende sustituir los diez mandamientos, lo han declarado ellos mismos. Se endiosa a Gaia, la “madre tierra”. Se reduce a un mismo nivel a todas las creaturas, la persona humana se equipara a los individuos de las otras especies: recordemos que existe un proyecto -el proyecto Gran Simio- que pretende declarar los derechos humanos de algunas especies de monos (gorilas, chimpancés, bonobos, etc.). Es más, en algunos casos se llega a hablar de la persona humana como parásito de la naturaleza. Por supuesto que desaparecen la noción de creación y la noción de trascendencia de la persona. También hay proyectos menos groseros que la Carta de la Tierra, aunque en todos ellos está presente el ecologismo como ideología. Por ejemplo, la Ética Planetaria de Hans Küng y, en general, todos los que imponen la idea de una moralidad autónoma, por la que el ser humano construye su propio código moral sin sujetarse a ninguna norma inmutable, universalmente válida para todos los hombres. Se elimina así la noción de ley natural y de ley divina positiva. La New Age también presta un gran servicio a estas corrientes. Y, finalmente, los llamados “nuevos derechos humanos” son fruto de esa visión materialista de la persona, de una antropología falsa y distorsionada, que por un lado reduce a la persona a su materialidad y, por otro, la convierte en su propio y supremo legislador”.
(El padre Juan Claudio Sanahuja nació en Buenos Aires el 16 de septiembre de 1947. En 1968 terminó la licenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Luego de cursar estudios de Teología en Roma, obtuvo el grado de Doctor en Teología por la Universidad de Navarra, en 1973. Se ordenó sacerdote en Madrid, el 13 de agosto de 1972. Pertenece al clero de la Prelatura del Opus Dei).
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http://www.diariopanorama.com/diario/noticias/2010/08/27/a-71499.html
El sacerdote y teólogo mejicano Juan Claudio Sanahuja, presidente del Pontificio Ateneo para la Familia, con el franco apoyo del cardenal Alfonso López Trujillo, es un incansable y profundo investigador de fenómenos contemporáneos, como el desarrollo sustentable, la nueva ética internacional, las maniobras sobre la vida en América Latina, y sobre todo los planes que se pretenden imponer desde el llamado Nuevo Orden Internacional.
Lector e investigador acucioso, Sanahuja ha ido acumulando durante años un archivo minucioso que le permitió acumular información, y llegar a sorprendentes conclusiones y pronosticar tendencias, así como proponer respuestas de parte de las fuerzas que defienden la vida. Sus numerosos libros, editaos por Vórtice, Editorialy Distribuidora, se venden como pan caliente en todo el surcontinente y son es el fruto de casi diez años de seguimiento de 3.103 documentos oficiales de la ONU y sus agencias, y 4.482 documentos elaborados por reparticiones de las Naciones Unidas y ONGs no gubernamentales.
Sanahuja es también el creador y responsable (director) de Noticias Globales, uno de los primeros boletines telemáticos distribuidos a través del correo electrónico. Nacido en 1998, en sus 11 años de vida se ha ido consolidando como una de las fuentes claves y fiables para comprender temas relacionados con los ataques a la familia y a la vida; sobre el homosexualismo, el ecologismo, la teología de liberación, las políticas de reducción de la natalidad y todo ese proceso internacional para la instauración de un nuevo orden mundial a través de una nueva ética. Las declaraciones que de él transcribimos son el fruto de una entrevista periodística realizada en Buenos Aires el 3 de julio de 2009.
“En el paradigma de nueva religión universal se entrelazan el relativismo moral, con el sincretismo y el indiferentismo religioso, además del panteísmo. Nosotros, porque somos serios, desde el principio comenzamos a nombrar a instituciones y a personas, porque la información tiene que huir de la vaguedad. Y justamente Noticias Globales nació porque comprobamos que una de las causas más importantes del auge de la cultura de la muerte era la falta de información detallada. En 1992, el cardenal Alfonso López Trujillo, en el marco de un congreso de movimientos pro-vida que se realizó en Monterrey (México), nos convocó a un grupo no muy numeroso de sacerdotes y obispos que trabajábamos desde hacía años en los temas relacionados con la defensa de la vida humana, para transmitirnos que debíamos hacer lo posible para introducir la agenda pro vida en las estructuras pastorales de la Iglesia Católica. Después llegaron otras reuniones internacionales, tanto de movimientos pro vida como de políticos y legisladores, orientadas fundamentalmente a informar, promovidas también por el cardenal López Trujillo, en las que personalmente comprobé su extrema preocupación”.
“Los invitados a esas reuniones -todos muy bien intencionados- no conocían, por ejemplo, los documentos internacionales originales y tampoco conocían su proceso de gestación; ignoraban los alcances jurídicos del programa de acción de las conferencias internacionales; ignoraban la jerarquía de normas internacionales; confundían una reunión de la Asamblea General con la de un comité o una agencia de la ONU; no creían que las conclusiones de las reuniones internacionales pudieran afectar a la legislación de sus países. Ingenuamente caían en alianzas estratégicas con agencias de la ONU, como la OMS, UNICEF o el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas; aceptaban ayudas de las ONGs abortistas, etc. En temas más específicos como por ejemplo “la salud reproductiva” no veían que ese término era un eufemismo de la palabra aborto… y así podríamos seguir. ¡Cuánto costó! Aún sigue dándonos trabajo otro punto en el que debemos seguir insistiendo: mostrar la incompatibilidad de la llamada perspectiva de género con la antropología cristiana.
Y continúa Sanahuja: Por eso, años después, el cardenal López Trujillo ideó el Lexicon, publicación del Pontificio Consejo para la Familia, para aclarar los términos confusos y ambiguos usados en el lenguaje de los documentos internacionales. Cabe recordar que Benedicto 16, en la homilía del funeral del cardenal, citó al Lexicon explícitamente, como una importante obra de servicio a la Iglesia. Y nuestra intención y objetivo sigue siendo, desde 1998, informar detalladamente. Informar es también alertar, ayudar a pensar y ayudar a reaccionar, para que cualquier persona que analice la realidad pueda encontrar los rastros de la cultura de la muerte en su entorno. “Contra la opinión de muchos, desde el principio comenzamos a nombrar a instituciones y a personas, porque la información tiene que huir de la vaguedad. La cultura de la muerte tiene usinas y a éstas las conforman personas con nombres y apellidos, y esas personas tienen un historial. Todo eso hay que conocerlo y darlo a conocer.
“Las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ‘90, organizadas por las Naciones Unidas, fueron el modo de poner en práctica el Informe Kissinger. Cuando finalizaron los grandes conflictos bélicos mundiales del siglo pasado, el mundo estaba ansioso de un cambio: pasar de un caos producido por el odio, la guerra y la muerte a uno de fraternidad, vida y paz. Los beneficios económicos de la globalización empezaban a ensanchar algunas carteras así que aprovechándose de la buena disposición, algunos grupos vieron la posibilidad de instaurar un nuevo orden mundial donde todo girara en torno a sus intereses aunque haciendo ver todas las ‘mejoras’ como aparentes beneficios para la humanidad. Infiltrados en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzaron a promover su ideología organizando una serie de conferencias de carácter planetario donde se abordaban puntos neurálgicos que les ayudasen a producir ese cambio: la educación (Jomtien, 1990), la infancia (Nueva York, 1990), el medio ambiente (Río de Janeiro, 1992), los derechos humanos (Viena, 1993), la población (El Cairo, 1994), el desarrollo social (Copenhague, 1995), la mujer (Beijing, 1995), el hábitat (Estambul, 1996) y la seguridad alimenticia (Roma, 1996)”.
“Toda esa serie de conferencias no logró de una vez su cometido, aunque sí sembró la semilla necesaria para hacer surgir crédulos adeptos y ver nacer nuevas organizaciones focalizadas en la lucha por la implantación y aplicación de la nueva ideología. Sabían de dónde partir (imponer una nueva ética mundial) y a dónde querían llegar (a un nuevo orden mundial), pero el medio, las conferencias, no les había dado los frutos esperados, así que el paso más importante fue encontrar otra hoja de ruta, otro instrumento: la Carta de la Tierra, que a mí en particular no me interesa. Yo buceé en los nuevos paradigmas éticos o la pretendida nueva religión universal: un credo sin principios inmutables, en el que se ha abolido la trascendencia de la persona humana..
Pienso que el origen está en el llamado Informe Kissinger (1974), cuando se establece como objetivo político de los Estados Unidos que se deben cambiar los preceptos religiosos y culturales de los pueblos, que son los que hacen inviables las políticas de control de natalidad”.
Con mucha firmeza concluye el teólogo e investigador: “Las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ‘90, organizadas por las Naciones Unidas, fueron el modo de poner en práctica el Informe Kissinger. En ellas se planifica el nuevo proyecto de poder global, un proyecto de poder totalitario. Como proyecto totalitario intenta dar una respuesta única y universal a todas las cuestiones que se puedan plantear los seres humanos en cualquier situación en la que se encuentren, cualquiera sea el lugar dónde estén. Entonces, por definición, este proyecto necesita colonizar la inteligencia y el espíritu de todos y cada uno de los habitantes del planeta. Por eso se habla tanto de una “reingeniería social”, para construir una nueva sociedad sobre bases totalmente distintas a las que conocemos, tratando de contrarrestar y anular lenta y discretamente toda visión trascendente del hombre, para sustituirla por un nuevo sistema de valores. Se trata de una reingeniería social totalmente anticristiana”.
“Con la Carta de la Tierra se pretende sustituir los diez mandamientos, lo han declarado ellos mismos. Se endiosa a Gaia, la “madre tierra”. Se reduce a un mismo nivel a todas las creaturas, la persona humana se equipara a los individuos de las otras especies: recordemos que existe un proyecto -el proyecto Gran Simio- que pretende declarar los derechos humanos de algunas especies de monos (gorilas, chimpancés, bonobos, etc.). Es más, en algunos casos se llega a hablar de la persona humana como parásito de la naturaleza. Por supuesto que desaparecen la noción de creación y la noción de trascendencia de la persona. También hay proyectos menos groseros que la Carta de la Tierra, aunque en todos ellos está presente el ecologismo como ideología. Por ejemplo, la Ética Planetaria de Hans Küng y, en general, todos los que imponen la idea de una moralidad autónoma, por la que el ser humano construye su propio código moral sin sujetarse a ninguna norma inmutable, universalmente válida para todos los hombres. Se elimina así la noción de ley natural y de ley divina positiva. La New Age también presta un gran servicio a estas corrientes. Y, finalmente, los llamados “nuevos derechos humanos” son fruto de esa visión materialista de la persona, de una antropología falsa y distorsionada, que por un lado reduce a la persona a su materialidad y, por otro, la convierte en su propio y supremo legislador”.
(El padre Juan Claudio Sanahuja nació en Buenos Aires el 16 de septiembre de 1947. En 1968 terminó la licenciatura en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Luego de cursar estudios de Teología en Roma, obtuvo el grado de Doctor en Teología por la Universidad de Navarra, en 1973. Se ordenó sacerdote en Madrid, el 13 de agosto de 1972. Pertenece al clero de la Prelatura del Opus Dei).
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Raimon Panikkar: Destacado representante del sincretismo cristiano e incansable autor de libros y promotor del diálogo interreligioso e intercultural al margen de las diferencias doctrinarias. Durante 30 años tuvo un contacto intenso con la India. Perseguía el diálogo abierto, el deslinde de posiciones y el entendimiento entre hombres, culturas y religiones. Solía decir, para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regrese budista, sin haber dejado de ser cristiano» Descanse en paz. www.scribd.com/doc/17694382/EL-HUMANISMO-SECULAR-CRISTIANO-Y-EL-DESLINDE-OBJETIVO-DEL–CAMINO–ECUMÉNICO
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