Se habían juntado a principios de 2006 para planear un golpe de Estado. Eran ex policías y ex militares vinculados con partidos marginales y carapintadas, y un año más tarde fueron denunciados en la causa por la desaparición de Jorge Julio López. Hubo allanamientos, que coincidieron con el primer año de ausencia del testigo clave del caso Etchecolatz, pero
Como con el caso AMIA, también con López hubo golpes de efecto en cada aniversario. El del primer año fue la revelación de la llamada pista Chicano, por Oscar Raúl Chicano, un ex secretario del represor Miguel Etchecolatz que fue detectado en una serie de fotos de actos y reuniones políticas donde había participado López. A pocos meses de su desaparición, las fotos llegaron al juzgado federal de Arnaldo Corazza, pero los compañeros del testigo y los querellantes no sabían quién era ese hombre mayor, de pelo ralo, aunque sospecharon que podía haberse infiltrado para realizar la inteligencia previa al secuestro.
A fines de agosto de 2007, un funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense lo identificó como Chicano. Su fuente fue un testigo de identidad reservada que, además, relató la realización de un encuentro de ex militares y ex policías, del que participó Chicano, en el que planeaban un golpe de Estado y hablaban, con bronca y preocupación, del avance de los juicios de lesa humanidad. Tres semanas más tarde, el juez allanó las casas de cuatro ex policías y dos ex militares y encontró panfletos carapintadas, armas, símbolos nazis y elementos relacionados con López.
De esa reunión política, realizada en febrero de 2006, participaron doce personas lideradas por el “teniente coronel Palavezatti”, que dijo tener “grupos de combate en todo el país para dar un golpe de Estado”. El testigo afirmó que en ese encuentro se habló del avance de los “juicios de lesa humanidad”. Luego de su declaración, le exhibieron las fotos y el testigo reconoció a Chicano.
Los enviados del juez Corazza allanaron su casa y las de los demás participantes de esa reunión: el anfitrión Eduardo Sáenz Saralegui, Anselmo Palavezatti y Aldo Conter, entre otros. Encontraron folletos del Partido Popular de
A fines del año pasado, el fiscal federal Marcelo Molina quedó a cargo del caso López, revisó todo el expediente y decidió impulsar las medidas de prueba que le pidieron los abogados querellantes Aníbal Hnatiuk y Guadalupe Godoy, de Justicia Ya! Los letrados solicitaron un nuevo interrogatorio al testigo de identidad reservada que originó la pista Chicano. El testigo fue citado, ratificó todo lo que había dicho y avaló la hipótesis de los querellantes respecto de la capacidad operativa que ostentaban estos ex policías y ex militares. De hecho, ésta podría ser la sospechada banda mixta que hizo desaparecer por segunda vez a López: contaba con miembros de Inteligencia del Ejército y ex coroneles –posibles futuros imputados por delitos de lesa humanidad–, manejaban dinero, son de
En un pasaje de su declaración, el testigo dijo que se habían vanagloriado de que podían derribar un helicóptero. A la mente de los que lo escuchaban vino de inmediato el reciente incidente con la aeronave presidencial. “Para nosotros esto nunca fue una pavada, pero recién ahora vemos que lo tomaron en serio. Aunque la toma del poder suene descabellada sí podrían haber secuestrado al testigo. Y si no hay relación con López cabe igual ver qué hubo detrás, no eran dos cabos delirando aburridos en una guardia nocturna, tenían armas y un plan de gobierno, el Estado debe estar alertado de estos grupos”, dijo el abogado Hnatiuk.
La nueva causa recayó en el juzgado de Corazza, quien ya la delegó al fiscal Molina. Recién cuando se ponga en marcha serán revisadas las computadoras secuestradas a la banda.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-139441-2010-02-02.html
QUIEN FUE TOMAS ELOY MARTÍNEZ?
Murió Tomás Eloy Martínez y hubo incienso a raudales por todo el ancho mundo. Si se lo puede considerar buen o mal escritor, desde el punto de vista de la técnica y habilidad literaria, no es asunto para tratar aquí. Aunque puesto a elegir entre zurdos me quedo, desde lejos, con David Viñas y Osvaldo Soriano (este tenía, además, otro mérito: era “fana” de San Lorenzo de Almagro, club que ayudó a fundar mi abuela paterna, salesiana de alma). Para mí cuenta que el interfecto era amigo de los asesinos Rodolfo Ortega Peña, -felizmente eyectado hacia la otra vida*- y Eduardo Luis Duhalde, quienes pensaron en él para dirigir Militancia, la revista del Peronismo de Base (marxista), puesto que no aceptó porque el sueldo era magro. Incapaz de jugarse por sus ideas, huyó a Venezuela y aprovechó su exilio para bañarse -no mucho- en el Jordán.
No lamento entonces su muerte, aunque rezaré por su alma, que no conviene guardar bronca en el pecho. Pero me costará un ojo de la cara, no lo voy a engañar a usted, amable lector.
* Ya lo decía el mismo Perón: ¡Al enemigo¡ni justicia! ¿O nos vamos a seguir tragando eso de que
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