El gobernador "Saúl" Zamora participó en un evento folclórico que tiene como intención instalarse en el libro Guinness de los Récords. No sabemos si cantando chacareras o récords de la payasada.
Por el Lic. Jorge P. Mones Ruiz
Dentro del territorio centro-sur argentino sus antiguos pobladores (Tehuelches, entre otros), recibieron la influencia de la invasión araucana a partir de 1550 aproximadamente.
Ese conocimiento de los grupos aborígenes de los más remotos tiempos y luego, de quienes tuvieron que soportar la entrada de los araucanos invasores, fue analizado coherente y científicamente, sin encontrar en ninguna de tales parcialidades (cruzamiento entre distintas etnias) la voz araucana "Mapuche" para designar a cualquiera de esos grupos humanos.
La palabra "mapuche" fue creada para un fin específico. Esta voz del antiguo arauco no corresponde a ningún tipo étnico ni parcialidad, ni familia o cultura, sean estas designaciones empleadas tanto en especial como en general.
Tengamos presente que jamás figuró un solo cacique, un cona o capitanejo, una princesa, un gran cazador o guerrero, ni un individuo determinado que fuera conocido como "mapuche", pues a todos esos ándidos, sean araucanos, pampas, ranqueles, boroganos, huiliches, pehuenches o tehuelches, se los identificó por sus etnias reales y nunca jamás como "mapuches".
Ningún jefe indígena figuró o combatió como representando a esa arbitraria e interesada designación de "mapuche" que fue totalmente desconocida hasta principio del siglo XX, años 1902-1903 aproximadamente (tener en cuenta el conflicto argentino-chileno, Curamalal - con su antecedente de 1897 – 1898).
Este término fue creado por estudiosos chilenos y agentes ingleses interesados, quienes propiciando la palabra mapuche para aplicarla a los indígenas, tanto de Chile como de Argentina, hacían desaparecer viejas etnias como los araucanos, pampas, huiliches, pehuenches o tehuelches, aglutinando bajo el nombre de "mapuches" a todas las parcialidades que eran argentinas, borrándolas de los valles cordilleranos y de la Patagonia , para lograr la posesión de un vasto y fecundo territorio argentino, que siglos antes había sido invadido por araucanos chilenos.
La “creación mapuche" igualaba a todos y era, y es, una expresión que muchos desprevenidos no llegan a entenderla. Fue un “invento geoestratégico” y hoy es un problema potenciado por intereses foráneos.
El almirante Fraga refiere la "cuestión Mapuche" como una circunstancia de particular relieve en el planteo geopolítico y geoestratégico de la Patagonia. Es dable destacar que la supuesta "nación mapuche" abarca una zona que incluye bajo una misma región una porción de territorio chileno y argentino (en este último caso en la provincia de Neuquén y su proyección del otro lado de los Andes.
La bandera mapuche es auspiciada por el exterior (especialmente desde Europa) y particularmente desde grupos sectarios religiosos, interesados en la campaña pro-mapuche que en los últimos tiempos se agita permanentemente y ocupa un importante espacio en los diferentes medios de difusión y culturales de ambos países afectados.
Es necesario destacar que algunos sectores militares chilenos, y más allá de sus pretensiones históricas, observan con preocupación la cuestión mapuche, ya que perciben una maniobra interesada "segregacionista" que afectaría a Chile en un ecosistema, que sin considerar la frontera política, es compartido como región geográfica con la Argentina.
N.R- Observe que no figuran las Islas Malvinas.
Extraoficialmente, una propuesta realizada por el presidente peruano Alan García Pérez y el blasón derivado de ésta han sido considerados como emblemas de la organización. Estos emblemas fueron inspirados en la bandera de Indoamérica, concepto creado por el pensador y político peruano Victor Raúl Haya de la Torre.
Por otro lado, en los eventos oficiales realizados por la Unasur se utiliza un emblema diferente, compuesto de un fondo en tono azul claro sobre el cual se encuentra una serie de trazos blancos con forma similar a un torbellino, semejando la forma del subcontinente.Contenido
Víctor Raúl Haya de la Torre.
La bandera está inspirada en la bandera de Indoamérica, que a su vez fue creada por el pensador y político peruano Victor Raúl Haya de la Torre.
La figura y el pensamiento de Haya son de los más importantes y complejos de Hispanoamérica.
1 Dentro de este pensamiento particular, se configuraba la necesidad de la unión de los países que conformaban la región que él llamaba "Indoamérica", lo que se ve reflejado en el nombre de su agrupación política: Alianza Popular Revolucionaria Americana. Es así como nace su sueño particular de los Estados Unidos de Indoamérica. Él, asimismo, diseñó una bandera para estos Estados de Indoamérica. La bandera en cuestión era inicialmente, desde su creación en 1924 hasta 1928, de color rojo, con un círculo de color verde brillante en el centro; dicho círculo contenía dentro el mapa de toda Latinoamérica en color dorado.
Alan García, presidente del Perú
El 23 de mayo de 2008, en el marco de la sesión de Constitución de la Unasur, Alan García, el presidente del Perú, que pertenece al partido que fundara Haya -el Partido Aprista-, le entregó a la presidente pro témpore de la Unasur y presidente de Chile, Michelle Bachelet, una bandera inspirada en la de Indoamérica, proponiéndola para símbolo oficial de la Unión Sudamericana de Naciones.
En dicho acto, el Presidente Alan García Pérez le comunicó a la presidenta pro témpore Michelle Bachelet:
"Queremos que usted enarbole en sus manos la bandera de Sudamérica para que sean primero los jefes de Estado los que dan este impulso y después lo harán las muchedumbres, las juventudes soñadoras, las que sabrán que este es un mundo de libertad, de justicia, y que comienza dirigido por una gran mujer que es usted"
Los jefes de Estado de los países de la Unasur frente al emblema de la Unasur, repetido en forma de mosaico.
Pese al acto simbólico, la Unasur aún no ha decidido nada ni puesto el tema en debate. Hasta el momento, no se han presentado opiniones en contra de la bandera propuesta.[cita requerida]
La bandera en cuestión, inspirada en la de Indoamérica, es rectangular y de color rojo. Contiene en el centro este símbolo, el mapa de Sudamérica en color dorado. El mapa está rodeado de una circunferencia de color dorado.
En los eventos oficiales realizados por la Unasur se utiliza un emblema diferente (no precisamente una bandera), compuesto de un fondo en tono azul claro sobre el cual se encuentra una serie de trazos blancos con forma similar a un torbellino, semejando la forma del subcontinente.
http://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_la_Unión_de_Naciones_Suramericanas
Cartas
DOS SEMANAS, TRES CÁRCELES, UN PROTAGONISTA
(Carta de un sacerdote a nuestros prisioneros de guerra)
Quitándole tiempo al sueño y aprovechando las pequeñas vacaciones que mi ministerio sacerdotal me permite, en los últimos días pude cumplir con un deber cristiano y, más aún de gratitud: visitar a algunos de los que se hallan presos por haber defendido la Patria en la década del ’70.
Por gracia de Dios, hace ya algunos años que pude romper el cerco que nos separa a los ciudadanos comunes de ese terrible lugar que es la cárcel; fue durante los estudios del seminario cuando, junto a otros compañeros, alcancé a visitar algunas cárceles y correccionales, palpando en cuero ajeno lo que significa el estar privado de la libertad y alejado de los seres queridos. Sin embargo, hay una diferencia, ya que una cosa es pagar por algo injusto que uno sí ha hecho y otra muy distinta es pagar injustamente por algo que no se ha hecho. El visitar a estos presos es un experiencia inolvidable que implica, a la vez, un gran dolor y un poco de gozo.
Dolor, por la cruz que deben llevar y gozo porque uno se sabe estar cumpliendo un mandato evangélico: “estuve preso y me visitasteis” (Mt. 25,36).
Se trata de ayudarlos a cargar la Cruz, la de ellos y la de sus familias, porque todos estamos presos con ellos. Es compartiendo esta bendita Cruz como se les hace más liviana; es compartiéndola y abrazándola como la Cruz nos puede llegar a redimir.
Dos semanas; fue poco nomás. Sólo dos semanas de vacaciones que pensaba aprovechar para leer, para rezar, para visitar a algunos amigos; dos semanas que venía proyectando desde hacía meses y que – como siempre – no saldrían tal cual lo esperaba. Dos semanas en las que quería descansar, “desenchufarme” un poco, estar un poco más entre los míos; sin embargo, una y otra vez, resulta imposible acallar la conciencia y dormir cuando se sabe que se está cometiendo una injusticia (“todos los que militáis bajo esta bandera, ya no durmáis, ya no durmáis, que no hay paz en esta tierra”, decía Santa Teresa).
Había que ver a nuestros presos; no sólo a mi padre, a quien visito mensualmente en la vieja cárcel de San Juan, sino a muchos otros a los que no pueden asistir a la Santa Misa, a los que – normalmente – no pueden recibir el Cuerpo de Cristo, a los que pocas veces reciben un consuelo o un conforto.
Porque hay que seguir peleando, hay que seguir combatiendo esta misma guerra que pelearon ellos. No es poco lo que podemos hacer y es mucho lo que nuestros padres han hecho y siguen haciendo por nosotros; en sus prisiones, aún hoy nos siguen dando ejemplo de entereza cristiana; en su prisión siguen edificando a cada uno de nosotros cuando vamos a visitarlos.
Tres cárceles fueron y tres espadas parecían clavarse en cada requisa, en cada lista y espera; comencé por San Luis, donde un viejo amigo de mi padre “reside” desde hace casi tres años; seguí por Mendoza visitando a otros y terminé en San Juan para culminar mis vacaciones. Tres cárceles y varios prisioneros de guerra. Historias similares, combates, desilusiones, pero siempre, siempre, un solo protagonista; uno solo aparecía tras las rejas: era Cristo en la cárcel.
Era Cristo quien sufría por los suyos, por la injusticia, por los pecados de nuestra Patria; era Cristo el que una vez más pasaba la noche del Jueves Santo, injustamente encadenado y sometido a un juicio que da risa, por no decir llanto. Era Cristo que ahora padecía una vez más el odio satánico de quienes todavía tienen un corazón de piedra (misterio que mete miedo).
Pero no sólo eso: era Cristo en los presos y era Cristo en la Misa.
Era un solo el protagonista: sufría Él en la cárcel y se ofrecía en el Altar; figuradamente en uno y realmente en otro; era Cristo en la cara de nuestros presos y era Cristo elevado en el altar, un altar de campaña, improvisado en la celda: sin mantel, sin velas y sin música; era Crito que bajaba nuevamente a una mesa de hierro, sin pretender demasiados ornamentos más que algunas lágrimas de los fieles y su ministro.
Pude ofrecer el Santo Sacrificio y elevar a la Víctima en tanto cuanto me lo permitía el tiempo y las circunstancias y siempre, siempre, pedí una vez más por la pronta libertad e insistiendo como la viuda del evangelio que finalmente le ganó por cansancio al Buen Dios (Lc. 18,1-5).
Un solo protagonista, que sigue obrando ocultamente en ellos y que nos ofrece una vez más la Cruz, para que la besemos, para que la carguemos sin arrastrarla hasta configurarnos con ella. Un solo Dios que quiere que ayudemos a redimir el mundo con nuestros sufrimientos. Un solo Dios exige nuestra cooperación para que Él reine “haciendo de cuenta que todo depende de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios” (como decía San Ignacio).
Un solo Dios que está esperando que le pidamos y que nos volvamos hacia Él.
Ruego a Dios y a los de buena voluntad que aligeremos este Cáliz uniéndonos en la oración y en los sacrificios; cuanto antes lo hagamos, antes pasará.
Y no temamos “Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros” (Jn. 15,20).
Dios ha vencido al mundo.
Con mi bendición
P. Javier Olivera, IVE
Hijo de un prisionero de guerra.-
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