G A Parac 4
Nombre del Jefe: Teniente Coronel de Artillería MARTÍN LLUCH
Direccion postal:
Camino a la Calera Km. 9,5 – 5023 CÓRDOBA
Teléfono:
(0351) 433-7254
e-mail: gparac4@ejercito.mil.ar
Córdoba, 9 de Julio de 2010.
Señor Jefe
Grupo de Artillería Paracaidista 4
Tcnel Martín Lluch
S / D
Como Infante Paracaidista tengo el enorme desagrado de dirigirme a Ud. a fin de poner en su conocimiento el gran disgusto que me provocó ver en un noticiero televisivo local a la Sra. Presidente de la Nación, durante los actos de festejo por el Día de la Independencia, payaseando con una Boina Colorada de Paracaidista sobre su cabeza. Estoy seguro que esa boina pertenece a personal de su unidad, ya que en el emblema el paracaídas está flanqueado por dos cañones.
Los Paracaidistas Militares Argentinos no nos merecemos semejante humillación. La Boina Colorada es internacionalmente el emblema y el orgullo de los Paracaidistas Militares y no un birrete de payaso para que ningún “gato” (en la acepción que le damos los Paracaidistas Militares, porque no es mi costumbre ofender a las señoras) la use para ridiculizarnos.
Los Camaradas Paracaidistas del glorioso Grupo de Artillería Aerotransportado 4 (como se llamaba entonces), que dieron su sangre defendiendo nuestras Islas Malvinas, deben estar haciendo salto de rana en sus tumbas ubicadas en esa tierra irredenta que ellos murieron por defender, de ver que Ud. permite semejante afrenta a todos los Paracaidistas Militares. Tampoco creo que les haya caído bien a sus familiares, que aún los lloran.
Si es su intención alegar la “obediencia debida” porque la Presidente de la Nación es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, le recuerdo que para lucir la Boina Colorada no basta ninguno de esos títulos, sino que hay que haberse jugado el cuero saltando de un avión en vuelo “CON EL CUERPO CONFIADO EN LA TELA, PUESTA EL ALMA EN LAS MANOS DE DIOS”, y esa señora seguramente nunca saltó de un avión en vuelo ni mucho menos entiende lo que es poner el alma en las manos de Dios.
En otra época, Ud. hubiera recibido esta carta de manos de mis padrinos. Por ahora me conformaría con enterarme de la noticia de su renuncia al comando de tan heroica unidad de combate, por haber permitido semejante afrenta para los Paracaidistas Militares Argentinos.
Los Paracaidistas Militares Argentinos no nos merecemos semejante humillación. La Boina Colorada es internacionalmente el emblema y el orgullo de los Paracaidistas Militares y no un birrete de payaso para que ningún “gato” (en la acepción que le damos los Paracaidistas Militares, porque no es mi costumbre ofender a las señoras) la use para ridiculizarnos.
Los Camaradas Paracaidistas del glorioso Grupo de Artillería Aerotransportado 4 (como se llamaba entonces), que dieron su sangre defendiendo nuestras Islas Malvinas, deben estar haciendo salto de rana en sus tumbas ubicadas en esa tierra irredenta que ellos murieron por defender, de ver que Ud. permite semejante afrenta a todos los Paracaidistas Militares. Tampoco creo que les haya caído bien a sus familiares, que aún los lloran.
Si es su intención alegar la “obediencia debida” porque la Presidente de la Nación es el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, le recuerdo que para lucir la Boina Colorada no basta ninguno de esos títulos, sino que hay que haberse jugado el cuero saltando de un avión en vuelo “CON EL CUERPO CONFIADO EN LA TELA, PUESTA EL ALMA EN LAS MANOS DE DIOS”, y esa señora seguramente nunca saltó de un avión en vuelo ni mucho menos entiende lo que es poner el alma en las manos de Dios.
En otra época, Ud. hubiera recibido esta carta de manos de mis padrinos. Por ahora me conformaría con enterarme de la noticia de su renuncia al comando de tan heroica unidad de combate, por haber permitido semejante afrenta para los Paracaidistas Militares Argentinos.
Ex s/c 59 Ricardo Raúl Weiß
Infante Paracaidista
RIAerot14
D.N.I. 12.766.249
http://radiocristiandad.wordpress.com/2010/07/13/un-ex-soldado-conscripto-con-mas-dignidad-que-un-oficial/
PERDIMOS...
Y se hizo la manifestación contra el sodomonio. Doscientas mil personas para los organizadores; quince mil para el cronista de América TV.
Muchas dirán: "Dimos la batalla"; "Peleamos por la Iglesia y por la Patria"; "Defendimos la fe". Y no. Así no era la cosa.
No se pelea por la fe con animadores que dicen a cada rato: "Bajemos los carteles para que se vea cuantos somos. Somos muchísimos. ¿Vieron qué muchos somos?". La ley del número no es evangélica.
No se pelea por la fe cuando se elije como himno oficial de la convocatoria un cantito insulso con la música del himno del mundial de fútbol. Sólo faltaba Shakira en bikinis cantando, con veinte negros bailando detrás de ella.
No se defiende la fe cuanto todos los católicos que al azar fueron reporteados por los noteros de TV comenzaban su discurso diciendo: "No estoy en contra de nadie. Amo a los homosexuales que deben tener regulados sus derechos. Pero no pueden adoptar". Curiosamente, los evangélicos solían ser más escuetos y claros: "Estoy en contra del matrimonio gay porque la Escritura dice que el matrimonio es entre el hombre y la mujer".
Después de esta marcha, he quedado con la sensación de derrota. No porque mañana se gane o se pierda la votación -cosa que no es importante-, sino porque, me parece, la manifestación de hoy no ha hecho más que "manifestar" el estado de postración en el que se encuentra la Iglesia de hoy, aunque pareciera lo contrario. Los laicos, el pueblo de Dios, está ganado por el espíritu del mundo y aún cuando concurran a demostraciones como estas, ya ha incorporado definitivamente a su discurso y a su modo de ver el mundo las leyes de la democracia, de la tolerancia, del respeto por la pluralidad, entre otros engaños.
Si a ello añadimos el testimonio preocupante de los responsables de la educación católica de varias diócesis argentinas, según los cuales, cuando los organizadores de la marcha concurrían a los colegios para promoverla, encontraban buena acogida por parte de los directivos pero, en cambio, era tibia u hostil por parte de los alumnos que estaban convencidos del derecho a casarse que tienen los homosexuales, el panorama se ensombrece aún más.
Es triste pero, una vez más hay que decirlo, la batalla está irremediablemente perdida. Y la derrota es muchos más profunda de la que puede provenir de una simple votación parlamentaria.
ESTAMOS DE ACUERDO CON LA PÁGINA AMIGA DE:
Muchas dirán: "Dimos la batalla"; "Peleamos por la Iglesia y por la Patria"; "Defendimos la fe". Y no. Así no era la cosa.
No se pelea por la fe con animadores que dicen a cada rato: "Bajemos los carteles para que se vea cuantos somos. Somos muchísimos. ¿Vieron qué muchos somos?". La ley del número no es evangélica.
No se pelea por la fe cuando se elije como himno oficial de la convocatoria un cantito insulso con la música del himno del mundial de fútbol. Sólo faltaba Shakira en bikinis cantando, con veinte negros bailando detrás de ella.
No se defiende la fe cuanto todos los católicos que al azar fueron reporteados por los noteros de TV comenzaban su discurso diciendo: "No estoy en contra de nadie. Amo a los homosexuales que deben tener regulados sus derechos. Pero no pueden adoptar". Curiosamente, los evangélicos solían ser más escuetos y claros: "Estoy en contra del matrimonio gay porque la Escritura dice que el matrimonio es entre el hombre y la mujer".
Después de esta marcha, he quedado con la sensación de derrota. No porque mañana se gane o se pierda la votación -cosa que no es importante-, sino porque, me parece, la manifestación de hoy no ha hecho más que "manifestar" el estado de postración en el que se encuentra la Iglesia de hoy, aunque pareciera lo contrario. Los laicos, el pueblo de Dios, está ganado por el espíritu del mundo y aún cuando concurran a demostraciones como estas, ya ha incorporado definitivamente a su discurso y a su modo de ver el mundo las leyes de la democracia, de la tolerancia, del respeto por la pluralidad, entre otros engaños.
Si a ello añadimos el testimonio preocupante de los responsables de la educación católica de varias diócesis argentinas, según los cuales, cuando los organizadores de la marcha concurrían a los colegios para promoverla, encontraban buena acogida por parte de los directivos pero, en cambio, era tibia u hostil por parte de los alumnos que estaban convencidos del derecho a casarse que tienen los homosexuales, el panorama se ensombrece aún más.
Es triste pero, una vez más hay que decirlo, la batalla está irremediablemente perdida. Y la derrota es muchos más profunda de la que puede provenir de una simple votación parlamentaria.
ESTAMOS DE ACUERDO CON LA PÁGINA AMIGA DE:
http://caminante-wanderer.blogspot.com/2010/07/perdimos.html
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